No se preocupen… “no es más que el fin del mundo” (Juste la fin du monde).
- Colmillo Balanco
- 8 oct 2017
- 3 Min. de lectura
Al hablar de una cuestión tan delicada como la homosexualidad, en el cine nos encontramos con enormes posibilidades para plasmar lo complicado y dramático que puede llegar a ser el tema. Existen películas que lo entregan con comedia, misma que soslaya sus disyuntivas sociales, tal es el caso de “Hazlo como hombre”, reciente película mexicana donde toman la tangente haciendo las típicas bromas del jabón que se cae en la regadera, los que quieren “curar” al sujeto por medio de terapia o con un acercamiento exagerado con el sexo opuesto y mil etcéteras más. Otro ejemplo es “La chica danesa”, una película con actuaciones escasas y distantes, más enfocadas en gustar al espectador que en transmitir el sentir de los personajes, disfraza la crudeza con escenas cuidadas, cándidas y aspectos románticos típicos del cine hollywoodense.
Si bien el abordaje debe ser muy delicado pues puede ser ofensivo, nos complace recomendar a Xavier Dolan, director que logra entregar una cinta que plasma estas vicisitudes de una manera muy puntual, transparente y sobre todo de una manera tan cercana y real que casi nos sentimos parte de la situación. En este post hablaremos del guion esplendido y las actuaciones magistrales que nos permite una contemplación sublime de estas situaciones al introducirnos en lo difícil de la aceptación familiar… No se preocupen… “no es más que el fin del mundo” (Juste la fin du monde).

Xavier Dolan director de esta cinta (y de Tom en el granero), rompe en lágrimas al ser nombrado ganador del Grand Prix y durante su emotivo discurso de agradecimiento toma prestadas las palabras del escritor francés Anatole France: “Prefiero la locura de las pasiones a la sabiduría de la indiferencia” líneas que le dieron soltura para plasmar esta obra maestra.
Hablemos un poco del filme, Gaspard Ulliel nuestro protagonista (el joven Hannibal), abandonó su hogar doce años atrás con la firme intención de no volver jamás, tratando de dejar todo y olvidar. A lo largo de estos años ha tenido un contacto menos que precario con su familia por motivos que se nos relatan en este drama y por los caprichos propios de la vida, debe volver en una forzada situación pues hay algo muy importante que necesita decir cara a cara a su madre y hermanos.
Es desde aquí donde parte la narrativa, los actores nos transmiten toda la incomodidad de visitar a la familia que cree que el ser humano es inmutable, esperando que seamos justo como nos recordaban, más aun, que nos idealizan. Los flashbacks nos describen la juventud complicada del personaje central y es de esta forma como el guión poco a poco nos va develando la razón por la cual Gaspard Ulliel dejó su hogar.
Este actor nos obsequia una soberbia actuación dando vida a un personaje con una estrujante historia de vida, que es casi imposible no ponerse de su lado, en contrapunto, una vez más el fabuloso actor Vincent Cassel (lee mis labios) muta y encarna a un resentido hermano que no acepta las cosas, es un ser casi incapaz de revelar sus emociones lleno de rabia y frustración quien esta tan molesto pero a la vez siente un gran afecto que ni el mismo puede estar seguro de lo que siente; este es conjugado con la actuación de la brillante Marion Cotillard (inmigrant) quien nos otorga una esposa devota que trata de conciliar las cosas entre Cassel y Ulliel, aunque no puede entenderlas, su rostro y sus gestos casi se vuelven tangibles.
Otros elementos que acompañan son el clima, la luz, las sombras, los colores que nos van describiendo los momentos de tensión y de calma, los prolongados silencios nos provocan un nudo en la garganta, las tomas cerradas y la fotografía nos hacen las cosas más complicadas pues absolutamente todo nos transmite, permitiendo que nos destruya lo que transcurre dentro de esa casa; la cinta es tan natural, tan pura y sensible que podemos respirar el olor de la tierra mojada, a la comida y sentir empatía con cada uno de los personajes.
En lugar de decir, muestra, nos hace sentir las verdades que por peso no pueden gritarse, pues no hay oídos que las soporten, la falta de aceptación y la necesidad de pertenecer, nos retrata el irremediable vínculo familiar despedazado, la negación de las cosas el intento por ignorarlas, por hacer la vista a un lado, nos grita la necesidad de ser oído mientras no hay nadie que quiera escuchar. No puedes perderte esta gran película, es garantía de buen cine.
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